El pecado de Teresa, la única mujer enterrada sola en un cementerio propio

El cura del pueblo no permitió que la enterraran en el cementerio municipal.


Los pueblos más pequeños son los que esconden historias y anécdotas de lo más curioso. Es el caso de Teresa, una pueblerina del Valle de Arán (Lérida) que cometió un 'pecado' demasiado grave para la época: se enamoró de su primo. La pareja quiso llevar su amor al altar y tuvieron dos hijos -Cándido y Valerosa-. No obstante, finalmente no pudieron casarse, debido a que en aquella época, la Iglesia exigía el pago de una dispensa por consaguineidad si querían acceder al sacramento del matrimonio. Ellos, con jornales demasiado humildes como para hacer frente al pago de tal cantidad de dinero, se vieron obligados a seguir adelante con su amor, aunque no fuera delante de los ojos de la Iglesia.

El cura de la población, que según testimonios de la época tenía potestad para perdonar el pago o aplicar un descuento a personas desfavorecidas, no solo no lo hizo sino que años más tarde, cuando en 1916 Teresa falleció de forma repentina con tan solo 33 años, no permitió que se la enterrara en el cementerio municipal -propiedad de la Iglesia-, y dio dos opciones a su familia: o se le construía un recinto civil para que fuera enterrada sola, o sus restos descansarían para siempre en un hoyo en mitad del campo.

La familia, por supuesto, no permitió que eso sucediera y se pusieron manos a la obra: en menos de 24 horas habían construido un pequeño e improvisado cementerio, con tan solo una puerta en su cerca y con un muro de un metro de altura. No colocaron nigún símbolo religioso por motivos obvios, pero sí colocaron una lápida en la que se puede apreciar la clase tan baja a la que pertenecía la familia, pues incluye una errata: "Rercuerdo a mi amada Teresa, que falleció el 10 de mayo de 1916 a la edad de 33 años", y "A nuestra querida madre".

Al fallecer el padre unos años después, los hijos quisieron enterrarlo junto a su amada Teresa, pero de nuevo el dinero fue un impedimento: el coste de enterrarle en un cementerio no reconocido era demasiado para una familia que seguía siendo humilde.

Hoy día, senderistas, vecinos e incluso los biznietos del matrimonio acuden periódicamente a visitar a Teresa, cuya historia de amor es hoy ya un leyenda de aquella España profunda de principios del siglo XX.

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