ABBA Voyage: Viaje al pasado con destino a la eternidad

Analizamos canción a canción el nuevo disco de la banda sueca tras su esperado regreso


Hace un mes se publicó el último álbum de ABBA. Hace unas semanas, el cinco de noviembre de dos mil veintiuno, salió a la venta el último álbum de ABBA. El último. Para quien todavía no haya captado toda la rotundidad de la palabra, lo explico: el grupo ha lanzado un nuevo disco, por lo que Voyage -que así se llama- es literalmente lo último que han sacado, pero también es lo último que van a sacar. Ya está. No hay nada más. ABBA se ha acabado. Muchos dirán que también dijeron esto en 1982, cuando lanzaron su último trabajo y anunciaron una despedida con la boca piñonera, pero lo cierto es que los componentes nunca se despidieron. La página de Wikipedia de la agrupación nunca dijo aquello de "ABBA fue un grupo...". ABBA simplemente llevaba décadas sin lanzar disco ni salir de gira, pero nunca se anunció una despedida ni temporal ni definitiva, hasta hoy. Los compositores del grupo han anunciado que ha sido precioso reencontrarse y grabar un álbum pero que ni ellos ni las vocalistas van a volver a hacerlo. El motivo es lógico: ni lo necesitan (recordemos que solo en royalties cada uno de ellos cobra decenas de millones de euros al año) ni tampoco están para esos trotes (el más joven de sus componentes tiene 71 años) y sinceramente, para ver a cuatro pencas viejas subidas a un escenario ya tenemos a los Rolling (perdón, ahora tres).

Terminado el parrafón en el que dejo claro que acepto con solemnidad que ABBA nunca más va a sacar nueva música, me dispongo a desgranar una a una las diez piezas que componen este trabajo discográfico que, ya os puedo adelantar, no deja indiferente a nadie. Más que nada porque nadie se esperaba escuchar un sonido que suene tan ye-yé en estos días, pero claro, tampoco esperábamos ver una pandemia mundial ni la erupción de un volcán casi al lado de nuestra casa, por no hablar de vivir nada menos que la dimisión de un Papa o un asalto al Capitolio de los Estados Unidos, y aquí estamos. El regreso de ABBA era lo menos sorprendente que nos tenía preparado el siglo XXI, y solo van dos décadas.

Ha pasado un mes y el álbum, que solo en preventa ya despachó más de un millón de copias físicas a nivel mundial, sigue copando las listas de éxitos a nivel mundial. Resulta casual que, sin embargo, en España no se haya colado ninguno de sus singles en la antiguamente sagrada Lista de Los 40, pero no nos pilla por sorpresa. Si empiezan a meter buenas canciones con verdaderos méritos apenas les quedarán huecos en los que meter con calzador y publicidad pagada los nuevos lanzamientos de las flor de un día patrias, véanse los reguetoneros-traperos de medio pelo y las rosalías y alboranes pseudoflamenquitos que a tantas almas en pena atraen. Pero vamos, que es lo que ha sucedido toda la vida.

ABBA no necesita pasar por ese aro. Se fueron porque quisieron y han vuelto porque les ha dado la gana, del mismo modo que ahora anuncian que se van por el mismo motivo.

Canción a canción

La canción que abre el álbum, como no podía ser de otra forma, es la ya mítica "I still have faith in you", una balada que arranca casi en susurros de una inconfundible Frida cuya voz, al parecer, ha aguantado mejor el paso del tiempo que la de su compañera, donde más adelante, en otras canciones, veremos que tiende más al tembleque de voz típico de la edad. No nos importa, se les perdona todo.

Jugaron muy sucio en la presentación online del disco arrancando con la canción sin aviso ni anestesia, y si fue difícil aguantar las lágrimas tras ese comienzo, resulta imposible retenerlas cuando aparece ese redoble de tambor del minuto 1:46 que tanto nos recuerda a la mítica "Fernando". Eran tambores de aviso de lo que se venía, ese rasgado de guitarra eléctrica que precede a uno de los estribillos más épicos de la banda, para luego volver a la calma y de nuevo la voz susurrada de Frida. Es una canción en la que te quedarías a vivir. De hecho, algunos ya lo hemos hecho. Los coros de Björn al final de la canción, en una especie de contratempo desacompasado, son literalmente una clase magistral de producción musical compleja sin resultar estridente. Ingeniería sueca, supongo.

When You Danced With Me es la rareza de Voyage. Pasamos del pop más absoluto a, de repente, una canción que bebe indudablemente del folklore patrio del grupo, aunque se nombre, precisamente, a una región irlandesa como es Kilkenny. Básicamente se trata de una polka nórdica deliciosamente disfrazada con teclados electrónicos y una melodía irresistible que se te clava en el cerebro como si fuese la canción de un anuncio de juguetes. A los que les gustan las canciones de ABBA donde no hay una voz protagonista concreta, sino un dúo a muerte perfectamente equilibrado (véase Waterloo), os gustará esta canción escrita por Björn a mediados de los noventa durante un viaje en coche por los bosques de Irlanda.

A ABBA siempre le gustó hacer canciones temáticas y prueba de ello es la perfecta, clásica, delicada y casi incorpórea Little Things. Un villancico donde no puede faltar, de nuevo, la calidad de la grabación musical. Un xilófono cuyas teclas nadie golpea, sino que las acaricia aterciopeladamente como si fuese una nana, y no es de extrañar: la canción cuenta el amanecer del día de Navidad en una casa bajo cuyo árbol esperan los regalos para los niños. Las voces de Frida y Agnetha se complementan magistralmente bien, en una pieza en la que parece que no se quiere alzar demasiado la voz, como si se intentara no despertar a un niño que duerme. De nuevo, el sonido metálico del carillón vuelve a aparecer para introducir un coro de voces blancas que es la guinda del pastel que supone Little Things. Más que merecido cuarto single del álbum, que promete ser uno de los más regalados en fechas navideñas.

No cabe duda de que todo disco tiene su hit indiscutible, y el de Voyage es "Don't Shut Me Down". Una canción tan discotequera (discoteca años 70's, las buenas, no las de hoy) que es totalmente comprensible que haya batido todos los récords de visualizaciones y streaming, y eso que ni siquiera han sacado un videoclip oficial. Una canción que empieza por lo bajini y, como un avión en el que oyes arrancar todos los dispositivos y motores hasta su despegue, se va preparando para un estribillo en el que no pueden faltar los retazos yeyés, como ese arrastre de piano que tanto nos recuerda a "Dancing Queen", por no hablar de los teclados y violines que hacen de esta, posiblemente, una de las mejores canciones jamás escritas por ABBA y un futuro clásico que, sin duda, debe aparecer en la tercera parte de "Mamma Mía!" si es que llega a producirse.


Los que somos un poco frikis del grupo (y sobre todo si estás suscrito al club de fans del grupo, en cuya revista trimestral te enteras de detalles que a nadie más que a ti le interesarían sobre las canciones del grupo) casi gritamos de emoción cuando se publicó la lista de canciones que formarían parte de este disco y vimos que "Just a Notion" era una de ellas. Para quien no lo sepa, es una canción descartada por el grupo en 1978 para su álbum Voulez-Vous de cuya existencia siempre se ha debatido. Sabíamos que había una demo (que, de hecho, está filtrada desde hace años en YouTube) pero se dudaba si realmente había llegado a ser grabada en el estudio, si estaba completa o era un boceto y si se había grabado alguna pista vocal más allá que la que se escuchaba en la maqueta. Finalmente todo ha resultado ser cierto y mentira al mismo tiempo. En sendas entrevistas los compositores afirman que la versión final que escuchamos en este álbum es una mezcla del material grabado en 1978 con nuevos coros, tomas vocales y musicales grabadas en 2020. Seguramente se trate de la canción que más décadas ha tardado un grupo en terminar. El resultado es una canción que recuerda a los primeros discos de la banda, a ese folk sueco del que tanto les costó desprenderse hasta que descubrieron la fórmula del éxito con "Waterloo".

Para todos aquellos a los que nos encanta un cotilleo y que intentamos mirar bajo lupa cualquier atisbo de salseo es imposible no acordarnos del matrimonio que hubo entre Björn y Agnetha cuando escuchamos "I can be that woman". Al igual que hizo con la magistral "The Winner Takes It All", Björn eligió que fuese Agnetha quien cantase en solitario esta canción escrita por él. Quizá sea casualidad pero resulta curioso que podamos escuchar frases como "Tú no fuiste el hombre que podías ser porque hice que te derrumbaras, yo tampoco fui la mujer que podía ser porque me derrumbé, pero ahora sí puedo ser esa mujer". No sé, igual es cosa mía o igual es que no todo está superado tras cuarenta años de su divorcio. Es una canción realmente amena y que viene a reflejar que se puede escribir sobre desamor sin tener que elegir a un bueno y a un malo: en una ruptura puede pasar que la culpa sea de ambos, incluso de ninguno, y que nunca es tarde para volver a prender la llama de un fuego en el que todavía quedan cenizas encendidas. 

Es el turno de la mejor canción del disco. "Keep An Eye On Dan" es, contra todo pronóstico, la canción más redonda y perfecta de Voyage. Sobre todo, porque es una canción donde se nota la madurez vocal de las dos cantantes, y eso hace que suene especialmente bien. La melodía es pegajosa, casi como una lapa que se te agarra de uñas y dientes y sabes que no te vas a poder quitar de la cabeza en mucho tiempo. El sample electrónico del inicio será el preludio de un estribillo desatado que contrasta con fuerza en el resto de canciones de ABBA. De nuevo aparecen coros de Björn al final de la canción, que siempre son de agradecer. Como tema recurrente en el disco, el corte trata de un tema relacionado con el divorcio: una madre le pide al padre de su hijo que lo cuide bien, que el domingo volverá a recogerlo. ¿Otro motivo por el que es la mejor canción del disco? El final. Ese final en el que se tocan las primeras notas de "S.O.S.", dando a entender que lo que pasa en esta canción es lo que sucedió antes de lo que cuenta "S.O.S.", que en resumen podemos decir que cuenta la historia de un matrimonio divorciado con un hijo en común (qué casualidad otra vez, como el de Agnetha y Bjorn) que intentan superar la ruptura pero, acto seguido, están pidiendo ayuda y preguntando por qué se acabó su relación si tan buena era. A mi estas cosas es que me encantan y si encima las hace ABBA pues mira, qué quieres que te diga... mejor que mejor.

Con "Bumblebee" aflora (y nunca mejor dicho) el lado ecologista de la banda y su preocupación sobre el medio ambiente, con una canción dedicada nada más y nada menos que a las abejas. Sí, como se oye. Primero BoneyM. le dedican una canción al personaje español patrio de El Lute y ahora ABBA le ha escrito una canción a las abejas. Para quien no lo sepa, las abejas representan el pico de la pirámide necesaria para la supervivencia del planeta y si estas se extinguieran, los humanos iríamos detrás en tan solo cuestión de unos pocos días. Esta canción es un canto a la esperanza que pretende movilizar a la humanidad y que nos preocupemos por esas pequeñas cosas que pueden parecer tan elementales, que finalmente resulta que lo son. De nuevo la voz de Frida con coros de Agnetha en el momento justo nos deja una canción tipo marcha en la que no pueden faltar -otra vez- el redoble de los tambores. El final de flautas traveseras es el broche de oro de una las piezas más deliciosas y dulces de este disco.

Antes de la despedida final del álbum, ABBA nos vuelve a regalar un hit con el futuro single "No Doubt About It", donde de nuevo queda patente la madurez vocal de las cantantes y eso hace, una vez más, que la canción mejore. Además, ¿a quién no le va a gustar una canción con un banjo eléctrico? ¿A quién no le va a gustar? El estribillo pues es lo de siempre con este grupo: irresistiblemente perfecto. En serio. Que sea cuarto single, va a ser un éxito.


Por desgracia todo lo bueno se acaba y la encargada de la despedida no es otra que "Ode to freedom", seguramente la última canción de ABBA que escuchemos el resto de nuestros días. No resulta extraño que el adiós de -probablemente- el grupo de pop más importante de todos los tiempos sea, literalmente, con una oda a la libertad. El grupo que comenzó a principios de los setenta haciendo canciones contra la unión soviética y que siempre se ha posicionado en contra del comunismo (literalmente esta semana, Bjon Ulvaeus se ha mostrado preocupado por la dictadura comunista infinita en la que se encuentra inmersa Cuba) intente dejar un mensaje, como siempre magistral musicalmente hablando, a favor de la libertad. Con un arranque orquestal que nos recuerda a un suave ballet de violines, frases como "Quiero escribir una canción a la libertad sin sonar pretencioso, pero con dignidad" o la aplastante "Normalmente, las odas a la libertad nunca son escuchadas". Tranquilos, algunos la hemos oído y vamos a luchar por ello.

Nunca sabremos qué repercusión hubiese tenido este disco si se hubiese publicado en los años setenta, ni si sus canciones formarían parte del imaginario colectivo de nuestros padres o nosotros mismos, lo que sí tengo claro es que es un disco que ha llegado para quedarse y que, pase lo que pase, ya ha pasado a la historia como el regreso más esperado de un grupo que parecía que nunca iba a volver.

Como siempre y una vez más: ABBA, thank you for the music!

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